¿Qué mejoras del terreno pueden requerirse para la construcción de un pavimento continuo?

Generalmente, un pavimento continuo de hormigón nunca se ejecutará de forma directa sobre el suelo de apoyo existente sin que sobre el mismo se hayan realizado una serie de actuaciones previas.

Tal y como se indicaba en el apartado 7.1, tras conocer las características de la base y, teniendo en cuenta los requisitos que ésta debe cumplir, expuestos en el apartado 7.2, un ingeniero geotécnico cualificado deberá determinar si dicha base requiere de la ejecución de alguna actuación de mejora del terreno.

Antes de realizar cualquier otra acción, siempre deberá eliminarse la capa de tierra vegetal, haciendo desaparecer así elementos perjudiciales tales como hierbas, raíces, materia orgánica o escombros.

Y tras esta primera acción, se procederá con la propia mejora del terreno, la cual podrá realizarse mediante alguno de los métodos que se describen a continuación:

  • Retirar material “malo”, que no cumple con las características requeridas para la obra y profundizar más en el terreno hasta llegar a un material que sí sea apto, nivelarlo, compactarlo, y emplearlo como base.
  • Colocar por encima del material no apto como base uno que si lo sea. En estos casos, generalmente, se emplean zahorras, las cuales deberán estar compuestas por material local, que pueda ser encontrado con facilidad en el entorno de la parcela o la obra, aunque en muchas ocasiones este material tampoco es apto y hay que acudir a otras opciones, como puedan ser zahorras artificiales de reciclados de RCD’s.
    En cualquier caso, siempre hay que caracterizar el material de subbase, para garantizar que sea apropiado, determinando características tales como la reactividad, la granulometría, que habrá de estar dentro de unos límites, asegurar el no contenido de material orgánico, cuantificar el contenido de sulfuros, etc.
    Además, tras elegir el material de aporte, habrá que dimensionarlo y establecer cuantas tongadas se necesitan, así como los espesores de dichas tongadas. Como guía, si se utiliza material de granular, lo habitual es un espesor mínimo compactado de 150 mm. Sin embargo, pueden utilizarse espesores inferiores a de 150 mm siempre que el material empleado tenga una granulometría que permita que la capa pueda compactarse completamente para conseguir una superficie dura, plana y duradera.
  • Ejecución de cimentaciones profundas. Es una opción compleja y costosa, por lo que, generalmente, tan sólo se recurrirá a ella cuando no sean válidos ninguno de los dos métodos anteriores.
  • Ejecución de una capa de hormigón de limpieza, cuando sean zonas relativamente pequeñas a mejorar, o ejecución de suelo-cemento, siendo éste una mezcla hecha en seco de tierra o suelo con granulometría, cemento Portland y ciertos aditivos (como retardantes o acelerantes de fraguado, según se necesite). A esta mezcla se le agrega agua para conseguir una mezcla homogénea y luego se compacta y se cura. El resultado es un material resistente con propiedades mecánicas específicas.
    Después, la explanada resultante debe compactarse correctamente hasta que constituya una superficie homogénea y regular, dotándola de un adecuado drenaje para garantizar el mantenimiento de sus características a largo plazo.
    En este sentido, las subbases deberán ensayarse para garantizar que cumplen con los siguientes requisitos:

    • Valor del Proctor modificado mínimo de 98%
    • Valor del módulo de deformación superior a 1.300 Kp/m2
    • Relación entre el primer y segundo ciclo del ensayo de placa de carga nunca superior a 2-2,2
      Por otra parte, es imprescindible que la superficie de la base (y subbase) sea continua y que, sobre la misma, no se generen movimientos, crestas, grietas, baches, surcos u otros defectos, así como que no queden materiales sujetos.
      Cualquier nivelación de la superficie, destinada a eliminar sus irregularidades, obteniendo así una superficie plana y uniforme debe dejar la base homogénea y bien compactada. Aunque siempre debe tenerse en cuenta que las capas de nivelación no pueden compensar las deficiencias en la construcción de la base o subbase.
      Para dicho objetivo de nivelación, se suele emplear arena, aunque, en el caso de que el material de la base (o subbase) tenga un contenido suficiente de finos, la colocación de esta capa se convierte en innecesaria. Las capas nivelación de arena suelen tener un espesor comprendido entre 20 y 40 mm, en función de la magnitud de las irregularidades de la capa granular.
      Por último, debe mencionarse que la superficie terminada de la base debe estar dentro de +0, -25mm del punto de referencia de la parte inferior del pavimento. Aunque lo ideal sería alcanzar tolerancias de +0, -15mm. Una base baja hará que la losa se vuelva más gruesa y, por tanto, utilizará más hormigón. No deben permitirse tolerancias positivas por encima del punto cero, ya que éstas afectarán directamente al espesor de la losa.

 

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